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Partiendo del hecho de que la memoria no es la realidad, sino solo los recuerdos que creemos haber vivido, este proyecto fotográfico de autorretrato, se propone crear una memoria de lo que no viví, fabricar, por medio de la voluntad y los recursos de representación, los recuerdos de una relación con mis abuelas y abuelos.

 

Le pregunté a varias amigas, por los recuerdos más importantes con sus abuelas y abuelos, estos escritos llenos de emoción, añoranza e inevitablemente, tristeza, marcaron el camino.

 

Si vivir es el primer requisito para generar memoria ¿Puede esta en su fragilidad, ser fabricada? ¿Creada sin denotar las costuras de su fabricación? En este proyecto indago la respuesta a estas preguntas. Nueve actores acompañan esta búsqueda, aportando sus experiencias, sensibilidad, talento e incluso, sus propios hogares.

 

Me interesa llevar un concepto hasta las últimas consecuencia, esta obra está realizada con esta premisa, las emociones creadas en su realización permanecen en mí y en el resto del equipo. 

Moník Molinet

 Palabras del curador

Moník Molinet crea una memoria imaginaria de vida con abuelas y abuelos que ahora cobra realidad gracias al acto fotográfico. Nueve actores asumen estos roles en escenas íntimas y cotidianas, construidas a partir de anécdotas y anhelos personales. Para ello, Molinet escenifica 29 situaciones en cuatro hogares de La Habana pertenecientes a los mismos actores.

 

La serie se extiende por todo Malecón Art, que se transforma de academia de baile a casa de los abuelos. En la planta baja, se recrea una sala donde ellos «viven realmente». Y, sin solución de continuidad, en la primera planta, se muestran esos momentos en que les cuidamos.

 

Este proyecto reta la percepción de la memoria y la identidad, utilizando formatos digitales y también analógicos. Además, en él se emplean técnicas teatrales como el «Verfremdungseffekt» de Brecht, un distanciamiento intencionado que evita la catarsis y revela la construcción ilusoria del mundo representado. Ambos modos consiguen conectar lo imaginario y lo real, creando un nuevo modo de existir a través del acto fotográfico. 

 

Molinet reflexiona y crea visualmente sus propios anhelos mediante el autorretrato. Con ello, fuerza los límites del arte y la realidad, dejando atrás la simple representación para convertirse en un campo simbólico que invita al espectador a ser parte de esa nueva memoria, o a crear otras memorias desde su experiencia. Todo ello nos incita a cuestionar hasta qué punto el arte puede suplir ciertas carencias emocionales y crear una memoria visual poderosa y viva.

 

 

Lorenzo J. Torres

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